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Vida temprana
San Casimiro era el tercer hijo del rey Casimiro IV, que gobernaba el reino de Polonia-Lituania. Nació en Cracovia, la capital del reino. Recibió el nombre de su padre, pero su nombre completo era Casimir Jagiellon y también se le llamaba Kazimierz IV Jagiello. Desde muy joven dio muestras de piedad, humildad y castidad.
De niño, fue tutelado y educado por los mejores eruditos de la época. Demostró ser un excelente estudiante y desarrolló un profundo amor por la lectura y el aprendizaje. También demostró ser un líder natural entre sus compañeros, así como un joven empático y compasivo.
A pesar de su noble cuna, era un príncipe humilde y modesto, muy querido por el pueblo llano. A menudo se le veía rezando y haciendo actos de caridad y bondad por los pobres y los menos privilegiados. Dedicaba gran parte de su tiempo y dinero a ayudar a los niños huérfanos y a los ancianos abandonados.
Vida posterior y muerte
Se esperaba que Casimiro se casara con una princesa para reforzar las alianzas de su padre con otros países. Sin embargo, expresó su deseo de permanecer soltero y dedicar su vida a servir a Dios. Esto no sentó bien a su padre, que lo vio como una pérdida de prestigio y oportunidades para su familia. Sin embargo, Casimiro se mantuvo firme y se negó a comprometer su fe y sus principios.
En 1471, su padre le envió a Hungría para ocuparse de algunos asuntos diplomáticos. Allí contrajo una enfermedad y cayó enfermo. Regresó a su patria y falleció a la edad de 25 años, el 4 de marzo de 1484. Fue enterrado en la catedral de Vilna, en Lituania.
Legado
San Casimiro fue beatificado por el Papa Clemente X en 1602, y canonizado por su sucesor, el Papa León X, en 1604. Su fiesta se celebra el 4 de marzo, día de su muerte. También es el patrón de Lituania y se le venera como gran defensor de la fe cristiana y modelo de virtud moral y religiosa.
Hay muchas iglesias y basílicas dedicadas a San Casimiro en distintas partes de Europa. También se le conmemora en diversas tradiciones culturales y religiosas, y su nombre es ampliamente reconocido y celebrado en Polonia, Lituania y los países vecinos. Su influencia en la Iglesia y en la gente de su época se sigue sintiendo hoy en día y seguirá siendo recordado y venerado durante muchas generaciones.
